El ciclismo de ruta es mucho más que pedalear fuerte; es medir las propias fuerzas y las de los rivales, aguantar el sufrimiento —y disimularlo—, y saber manejar el entorno que rodea la carrera. Todo esto lo tuvo el danés Jonas Vingegaard para conquistar su primer título en la Vuelta a España.
Como gran favorito, Vingegaard no fue una aplanadora. Lo vimos sacar segundos valiosos en las etapas clave —que al final no llegarían a un minuto de diferencia sobre el segundo clasificado— y aun así nunca se le vio en aprietos. João Almeida, del UAE Team Emirates, jugó todas sus cartas y logró una victoria memorable en la etapa 13, la reina, con final en el alto del Angliru, donde lideró toda la subida y logró imponerse al líder danés, un gesto de resistencia que le valió el respeto de Vingegaard, quien lo felicitó al terminar la etapa.
Mientras Almeida acumulaba victorias parciales, el equipo Visma se enfocó en proteger y llevar a su líder a la gloria. Vingegaard no solo mostró respeto hacia sus rivales, sino también hacia un entorno complejo. La Vuelta a España 2025 estuvo marcada por protestas propalestinas que obligaron a recortar varias etapas e incluso a suspender la última, que se iba a disputar en Madrid, premiándose la clasificación final en un podio improvisado.
El líder del Visma se mostró amable y respetuoso frente a la situación, declarando que “la gente protesta por una razón” y manifestando comprensión hacia quienes alzaban su voz en ese contexto. A pesar de que no pudo ofrecer su versión más brillante debido a una enfermedad en la segunda semana y al desgaste tras su reciente segundo lugar en el Tour de Francia, Vingegaard dejó claro de qué categoría de campeón estamos hablando.